Es gracioso lo poco que nos hace falta para darnos cuenta de que nuestra vida a cambiado.
Solo el hecho de mirar por la ventana, oír la radio, ponerse la ropa o incluso mirar el transito de los coches, nos hace darnos cuenta de lo efímero y poco duraderas que son las sensaciones.
Quizá la felicidad no sea una manera de ser, ni un estado anímico, sino una sensación, un momento frugal que nos pasa por delante, que no sabemos que experimentamos hasta el mismo instante en que lo dejamos de padecer. Es gracioso, muy gracioso....
Es gracioso darse cuenta de lo frágil que es todo en realidad, la vida, la muerte, la suerte, el amor, todo, absolutamente todo, esta condicionado a sensaciones personales que cambian al igual que las circunstancias en las que estamos, que mutan, que están vivas y se nutren de nosotros mismos, todo cambia constantemente, y la única pregunta que me viene a la cabeza es ¿porque si todo es mutable y cambiante, los seres humanos necesitamos tiempo para adaptarnos a los cambios?.
Quizá sea el echo de que encontrarnos en situaciones familiares nos hace sentirnos cómodos con el costumbrismo, o con lo habitual, o quizá sea por que somos animales de costumbres, y nuestra felicidad dependa de esta interacción con la realidad.
Pero también necesitamos cambios, el problema es que cambiar no es algo seguro, y no podemos saber cual será el desenlace de este cambio, y quizá eso sea lo que nos asusta, el echo de encontrarnos perdidos en una nueva realidad a la que nos tenemos que amoldar y no a lo que siempre, o por lo menos durante un tiempo, hemos estado habituado.
Realmente es gracioso, en una sociedad en la que cambiamos constantemente, el miedo que nos provocan los cambios, o por lo menos lo cambios de los que somos muy conscientes. Pero realmente no creo que el hecho del cambio nos asuste, sino el echo de que nada volverá a ser como antes....................y quizá sea eso para lo que no estamos preparados, o por lo menos no concienciados.